Escultura y relieve babilónicos
Con Hammurabi (1792-1750), sexto monarca de la primera dinastía amorrea, Babilonia se consolida como primera ciudad del imperio, pero con sus sucesores, lamentablemente, este imperio se hunde, circunstancia de la cual se beneficia el hitita Mushili I para, en 1595, a raíz de una intrépida ofensiva, asaltar Babilonia y acabar con la dinastía amorrea.
La ciudad, una vez desplazados los hititas por los casitas, tomó el nombre de Karduniash, cuyo significado no está claro. A continuación los casitas son sucedidos por los asirios que conquistan la región. Durante el mandato del monarca Senaquerib (reinó entre 705-681 a.C.) Babilonia se subleva. Senaquerib asalta la ciudad y esparce los despojos a modo de enseñanza y aviso para otros colectivos. Estas acciones no son recibidas positivamente entre los ciudadanos y la corte y acabó siendo eliminado por sus hijos.
Durante el mandato de Asurbanipal de Nínive (668-627), la ciudad vuelve a levantarse pero fue cercada y vencida por el ejército del soberano, el patrimonio, esta vez, fue respetado y protegido. El monarca estaba convencido que con esta victoria había acabado con los espíritus negativos que habían ocasionado esta situación complicada. En este momento la ciudad ya era reconocida como un lugar de gran relevancia cultural.
Tras el declive del Imperio Asirio, un caldeo llamado Nabopolasar, toma el poder en Babilonia y a través de minuciosos pactos forja el Imperio Neobabilónico. Su sucesor, Nabucodonosor II (604-561 a.C.) remodela la ciudad, amplía el territorio ocupando hasta 900 hectáreas, promueve edificación de muchas de las más hermosas construcciones de toda Mesopotamia.
La etapa sumerio-acadia influyó en múltiples elementos técnicos y formales de las obras paleobabilónicas.
La influencia de sus creadores proporciona determinadas novedades que terminan aportando carácter al arte babilónico.
En relación a estatuas de dioses, hay que indicar que son escasas las piezas que nos han llegado.
La estatua Cabane, hallada en Mari, así denominada por el nombre de quien la sacó a la luz; es la única escultura en piedra que tenemos, es de gran tamaño, acéfala, conservada en el museo de Aleppo y consagrada al dios Shamash según enuncia su inscripción.
Tenemos también algunas obras en terracota de sobresaliente ejecución, por ejemplo la cabeza de Telloh, de extraordinaria factura, con gran barba, alta tiara de cornamentas y gran fidelidad en sus rasgos faciales.
En Mari se descubrió la conocida comúnmente como diosa del Vaso Manante, esculpida en bulto redondo.
Diosa del vaso manante de Mari (siglo XVIII a.C. - Museo de Aleppo)
Escasean las obras escultóricas de los reyes, aunque los monarcas de Isin, Larsa, Eshnunna y Babilonia mandaron realizar bastantes trabajos de sus efigies.
Carecemos de una obra de gran tamaño del célebre Hammurabi. No obstante, en el museo del Louvre se conserva una cabeza de diorita encontrada en Susa. Debido a su aspecto y a la nobleza de sus facciones se le atribuye a este monarca.
Cabeza de diorita, representación de Hammurabi (1792-1750 - Museo del Louvre)
En el museo de Irak conservamos una magnífica obra, encontrada en Girsu, en terracota, de un guerrero paleobabilónico. Viste una amplia capa, un hacha en su derecha, lo más relevante es su semblante, nariz, ojos y orejas empastados con trozos de barro y una gran barba terminada con rizos.
Especial atención debemos a una minúscula estatuilla de Enannatuma, descendiente de Isme-Dagan de Isin, suprema sacerdotisa de Ur, esculpida en diorita. Aunque de simples trazos debido a su postura sedente, el tallado de su cara muestra una gran energía.
Los relieves presentan una calidad inferior confrontándolos a las esculturas de bulto redondo; aunque con diferentes categorías, en cuanto a la calidad, en función del tipo de material usado, arcilla, piedra o metal.
El relieve en terracota abarcó todos los temas, desde el universo de las divinidades hasta el acontecer común, incluido el reino animal.
No podemos olvidar la espectacular estela en diorita donde se encuentran grabadas las 282 leyes que Hammurabi promulga en 1753 a.C. Esta obra de 2,25 m. de altura, conservada en el museo del Louvre, contiene en su parte superior al monarca, de pie, en situación de veneración al dios Shamash que se encuentra sentado, proporcionando al monarca los distintivos de la justicia y el poder.
Características destacables de esta obra son el uso incipiente de la perspectiva y por otro lado la aplicación de una escrupulosa técnica de tallado de los personajes, donde se muestran perfectamente definidos.
Estela del Código de Hammurabi - Localizada en Susa - Museo Louvre
Son escasas las obras que poseemos actualmente en lo que se refiere a escultura excenta cassita, por esta circunstancia no tenemos información suficiente para establecer su grado cualitativo.
Estas gentes, debido a la limitada cantidad de obras que manejaban, nos induce a plantearnos que asimilaron el legado artístico de anteriores etapas, usando como medio expresivo exclusivamente el relieve, sirviéndose de los denominados kudurru (vocablo que se traduce como límite, frontera), éstos son unas piedras a modo de estelas, de forma ovoidal. Estos elementos, situados en la superficie del terreno acreditaban el derecho que se tenía sobre una determinada propiedad, estableciendo sus límite
Kudurru de Meli-Shipak II (siglosXII a.C.) - Procede de Susa - Museo del Louvre
Bibliografía
Ramírez, Juan Antonio (2009). “Historia del Arte – El Mundo Antiguo”. Ed.: Alianza.
Lara Peinado, Federico (1999). “El Arte de Mesopotamia”. Historia 16.
Joshua J. Mark. (2002) "Babilonia". Recuperado de
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-53/babilonia/
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